Las recompensas son buenas alicientes pero sólo cuando no sean excesivas. Independientemente de que hablemos de tareas agradables o desagradables.
El psicólogo de Stanford Mark Lepper pidió a dos grupos de estudiantes que se divirtieran dibujando algo. A un grupo se le prometió que recibirían una medalla por el dibujo. Al otro grupo no se le prometió ninguna recompensa. El resultado fue que los niños que recibían la medalla pasaba menos tiempo dibujando con sus compañeros. Pero la recompensa no sólo devalúa una actividad agradable. También afecta negativamente en actividades desagradables.
Recompensa y eficiencia
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